La selección de fútbol de Chile llevaba ganados hasta ayer 10 partidos seguidos jugando en Chile, una racha inédita que pretendía seguir agrandando, sobre todo considerando que el rival era el, por estos días, modesto Bolivia. Apostar en contrario, es decir, que perdiera o empatara, era derechamente temerario atendidos el nivel futbolístico actual de cada país; sin embargo estadísticamente era bastante razonable, pues rachas tan largas son poco frecuentes, incluso en selecciones con más pergaminos que la nuestra.
Razones que expliquen por qué no se ganó pueden haber muchas, desde la mala suerte hasta que no se jugó como cuando los puntos son importantes. Convengamos que Bolivia jugó lo justo y necesario y aprovechó las dos oportunidades que tuvo para anotar. Chile por el contrario, tuvo muchas más oportunidades y de no ser por la actuación del arquero boliviano, se podría haber ganado el partido. Pero eso es historia y la estadística es la que prevalecerá.
La lección para nosotros aquí es que no importa cuál sea la naturaleza de los hechos que estamos analizando, la historia pasada (estadísticas) siempre son un elemento a considerar cuando se quiere estimar un resultado, incluso cuando tenemos algún grado de influencia en ellos, como por ejemplo en el fútbol. En el caso de Loto, y de cualquier otro juego de azar, que supone la independencia de los sucesos entre sí, esto también aplica, más aún cuando hay una gran cantidad de información.
El número 3, por ejemplo, estuvo 11 veces apareciendo en los datos del Apostador como uno de los que llevaban más tiempo sin salir, hasta que finalmente lo hizo cuando completó 22 sorteos; estadísticamente, sólo 2 veces había demorado más tiempo sin salir, por lo que era probable que saliera en cualquier momento. No podemos saber exactamente cuándo sucederá, pero al menos tenemos una aproximación. Al menos eso es lo que yo creo.