A pesar de la gran cantidad de agua que cayó el fin de semana pasado, Abril no es, estadísticamente hablando, el mes donde las lluvias son más intensas en nuestro país. El conocido refrán “Abril, lluvias mil”, que calza perfecto en esta ocasión, no es más que una importación no tradicional de nuestros colonizadores/conquistadores/descubridores/genocidas/usted-póngale-el-nombre-que-quiera españoles, quiénes en estas fechas están en plena primavera. El episodio, aparte de provocar el descalabro que todos conocemos en Santiago gracias a una empresa, como no, de origen español, supone un récord de precipitaciones en este mes.
Si se hubiese hecho una polla para predecir cuánta agua caería desde el Jueves hasta el Domingo, creo que muy pocos habrían acertado, aunque la mayoría de los meteorólogos hablaban de un máximo de 150 mm. Los 80 y tantos que cayeron son una aproximación bastante pobre, poco más de la mitad de lo presupuestado, pero sin duda la tendencia estaba. ¿No les parece conocida la situación?
Hacer un pronóstico del Loto es una actividad muchísimo más azarosa que predecir el tiempo. En el clima después de todo, influyen variables que pueden ser medidas y también comparadas con modelos de predicción que permiten estimar qué va a ocurrir unos días más adelante. Pero nadie exige la temperatura, humedad o precipitación exactas. En el Loto, siendo que cada sorteo es un evento independiente de todos los anteriores, lo ideal sería pronosticar qué números van a salir, pero eso es imposible al menos con la tecnología actual. Baste saber que hay tendencias que se repiten y que de vez en cuando aparecen combinaciones impensadas, como la cantidad de agua que dejó la lluvia recién pasada.