Nuevamente el pozo del Loto está acumulado y por supuesto llama la atención de casi todos; un pellizquito a tal cantidad de millones no le viene mal a nadie. Soñar no cuesta nada y cada uno ya ha pensado en lo que haría si logra acertar la combinación ganadora. Pero ganar cuesta un poco más; como lo he dicho antes, el requisito principal para llevarse algún premio es jugar al menos una cartilla, si lo haces, tienes una infinitesimal probabilidad de ganar, pero si no, tu probabilidad es 0.
La mayoría optará por jugar al azar y ni siquiera se preocupará por conocer los números que el “azar” le entregó. Más aún, es muy posible que ni siquiera los revise una vez que se ha enterado que no existieron ganadores o, incluso si hubiese alguno, la cartilla será olvidada en algún bolsillo pues como no estamos acostumbrados a jugar o no creemos en la suerte, damos por descontado que nosotros no somos los ganadores. Un consejo: si quiere ganar, juegue y si juega, revise siempre sus resultados.
Otros buscarán en libros, foros, espíritus y un gran etcétera, la fórmula que les hará acertar los números de turno. Pues bien, simple y claro, no existe la fórmula para ganarse el Loto. O mejor dicho, la única fórmula segura de hacerlo es jugando todas las combinaciones posibles. Esto es impracticable, pues, aunque se pudiera sufragar su costo ($4.496.388.000 si se juega sólo al Loto o $6.744.582.000 si se juega Loto+Revancha+Desquite, de los cuales un 35% aproximadamente tendría que ir al pozo a repartir), deberían realizarse 52 apuestas por segundo durante un día completo para lograrlo. Y lo que es peor, esto no asegura que uno sea el ganador único de cada juego.
Entonces, ¿para qué jugar si es tan difícil ganar? Porque siempre hay alguien que acierta, sea por las razones que sean; la posibilidad está ahí, es real, y nadie ha dicho que el próximo ganador no puedas ser tú.