Está bastante extendida la creencia que cuando a alguien le ocurre algo extraordinario, entonces debe jugar un número de un sorteo, el Loto en nuestro caso. Suena bastante lógico y se basa en que uno “anda con suerte”. Pero la realidad es otra. La probabilidad de que a alguien efectivamente le ocurra algo tan extraordinario que lo considere como “suerte” es bastante baja, por algo se trata de algo fuera de lo común. Pues bien, que a esa misma persona le ocurran consecutivamente dos hechos extraordinarios, es por lógica consecuencia, aún más infrecuente.
Jugar al azar un Loto y sacarse el premio mayor es indudablemente un hecho extraordinario y si a alguno de nosotros nos pasara, dudo mucho que nuestra primera reacción sea la de jugar a la Lotería o la Polla. Lo mismo puede aplicarse a otros eventos tan insólitos como encontrarse con una persona que no se ha visto en mucho tiempo y que de pronto aparece de la nada, o salvarse jabonado de un accidente, o que uno llegue a un paradero y justo pase la micro que le sirve, que pare y que tenga asientos disponibles, o lo que se les ocurra. Pues si así ocurre, dense con una piedra en el pecho y confórmense con lo que les ha sucedido; les aseguro que las posibilidades de ganarse el Loto si lo juegan ese mismo día no van a aumentar ni un ápice. Si por el contrario, los días pasan unos tras otros sin nada fuera de lo común les suceda, entonces cada vez será más probable que algo increíble vaya a pasarles, aunque no sea necesariamente ganarse un premio. Ahora bien, si son personas de “suerte”, es decir que tienen muchos episodios afortunados, entonces pueden jugarse todos los Loto que quieran.
Y recuerden, una golondrina no hace verano: lo más probable es que cuando se ganen el Loto, ése será el único evento extraordinario que les ocurra en el día, y tal vez en la semana, el mes, el año o en toda la vida. Pero con una vez que pase ya es suficiente, ¿o no?