Recientemente un extranjero me hizo un comentario sobre la particular forma que tenemos los chilenos para referirnos al día actual: “hoy día”; según él basta con “hoy”. No deja de tener razón y eso me ha llevado a fijarme en otras muletillas que tenemos. La que más me llama la atención es el uso casi indiscriminado de la frase “para poder”. En este caso, creo que se trata de nuestra inveterada costumbre de ocupar muchas palabras para decir lo mismo, no sea cosa que alguien nos tilde de inculto.
Dice una autoridad: “estamos haciendo todos los esfuerzo posibles para poder dar solución a los problemas de la gente”. Esta frase, e innumerables otras del mismo tenor, serían mucho más asertivas si no tuviesen la mentada palabra “poder”, pero tal como está, deja espacio para preguntarse si en realidad se están haciendo todos los esfuerzos posibles para encontrar una solución. En la mayoría de los casos no creo que esto se haga en forma consciente lo que reafirma la idea de arraigo profundo en nuestro actuar. Fíjense en cualquier comentarista, periodista, político, empresario, sacerdote, deportista o bloguero: independientemente de su género, impajaritablemente usará la citaba fórmula “para poder” con regularidad.
En realidad este par de palabras debería ser utilizado en pocas ocasiones. Si hacen el ejercicio de recitar cualquier frase que contenga “para poder”, encontrarán un dejo de condicionalidad que en la mayoría de los casos no debiera tener: “estos son los requisitos para poder postular” (totalmente innecesario), “se asignaron recursos adicionales para poder mejorar el servicio” (con más recursos ¿se mejorará o no el servicio?), etc. Una de las pocas ocasiones en que este uso es correcto, es el que se ha repetido muchas veces en estos comentarios: necesariamente deben jugar al menos un Loto para poder ganárselo.