Debe ser por mi formación profesional que cada vez que escucho a un locutor decir que “la restricción vehicular afectará mañana a los vehículos con patentes terminadas en los dígitos 1 y 2”, me rebelo, enfurezco y despotrico. En realidad ningún vehículo tiene una patente que termine en 1 y 2: termina en 1 o termina en 2 pero es imposible que termine en ambos. Lo correcto es decir “cuyas patentes terminen en el dígito 1 o 2”, o bien “la restricción vehicular corresponde a los dígitos 1 y 2”. Sin embargo, al parecer todo mundo entiende lo que se está diciendo, y al sacar su auto con restricción jamás piensa en este argumento como defensa, si no que más bien espera tener la suerte que no le pasen el parte.
Aunque parezca una lotería, en realidad es más fácil que lo pillen circulando con restricción que sacarse el Loto. Supongamos que existen 2 millones de automóviles en Santiago (donde se aplica la restricción por más tiempo y donde hay mayor cantidad de vehículos); aproximadamente el 20% de ellos, es decir 400.000 estarán con restricción. Supongamos ahora que sólo el 1% de ellos sale a circular teniendo restricción, eso significa 4.000 vehículos. Si hubiese sólo un fiscalizador, la probabilidad de que curse un parte sería de 0,025%, lo que comparado con el 0,0000222% de probabilidades de acertar una combinación del Loto es algo así como 1.000 veces más probable.
Un parte por circular con restricción, incluyendo la rebaja de 25% por pago anticipado, debe rondar entre $30.000 y $40.000 según la municipalidad donde se cometa la infracción. Eso alcanza para jugar entre 30 y 40 cartillas de Loto simple (sin Revancha ni Desquite ni multiplicador) y la mitad de eso en cartillas con todo. Jugando ésa cantidad de cartillas, las probabilidades de acertar al Loto son mayores, pero aún así, bastante pocas. Sin embargo, no pasarán malos ratos y perderán menos tiempo jugando al Loto que yendo a un Juzgado de Policía Local.